jueves, 19 de febrero de 2009

"El Trópico no se calienta"

"El Trópico no se calienta"
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La gráfica muestra la desviación de la temperatura mes a mes, desde Enero 1990 hasta este Enero 2009, con respecto a las medias mensuales del período de referencia 1979-1998.
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Abarca la zona comprendida entre los 20 ºN y 20 ºS. Este último mes ha quedado ligeramente por debajo, -0,06. Los picos de subida suelen coincidir con calentamientos del Pacífico debidos al Niño, un fenómeno océanico en el que la intervención humana es probablemente insignificante o nula.
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Pdta: Nada que ver con esto, pero lo cuento: hoy leo en un periódico que según el último inventario forestal, la superficie arbolada ha aumentado en todas las comunidades de España. La desertificación de España, otro mito.
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ref. Datos de satélite: UAH (Universidad de Alabama en Huntsville-NASA)

martes, 17 de febrero de 2009

"Neurosis climática"

Los historiadores del futuro relacionarán la crisis económica actual con la neurosis que provocó en Europa y Estados Unidos el temor a la catástrofe climática planetaria. Una ansiedad por las emisiones de CO2 que nos llevó a rebajar el consumo y paró la producción de mil sectores.Naturalmente fue por California por donde comenzó lo peor de la debacle económica. Su estado fue el primero que entró en quiebra y, aún así, sus periódicos seguían hablando prioritariamente del calentamiento futuro que afectaría en el año 2100 a las naranjas y su gobernador seguía presumiendo de tener un Hummer vegetariano.
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Los que analicen estos años escribirán con pasmo que las compañías eléctricas recomendaban que se consumiese menos electricidad. El gobierno las apoyaba por el extraño método de poner precio negativo al CO2 y sustituír al carbón por otras fuentes más caras como el gas, traído de unos pocos países monopolistas y hostiles. O por subvencionar la energía eólica, que cuando no había viento no funcionaba, o la solar, que de noche, o con nubes, tampoco.
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Las compañías de automóviles demonizaban al CO2 y aceptaban sin rechistar la penalización de los coches mejores. Se extendió el bonus-malus de Sarkozy: bonificación a los automóviles de bajas emisiones de CO2 y castigo impositivo a los otros. Al final, la población asustada no compraba ni unos ni otros, a la espera de que los coches eléctricos dejaran de ser de juguete, cosa que no ocurrió en varias décadas.
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Se dejaron de hacer canales, porque ya se suponía que no iba a llover en ninguna parte. Cerraron cientos de agencias de transporte. Disminuyó también el turismo, sobre todo el de largas distancias. Se redujo drásticamente la fabricación de aviones. El Airbus 380, que se había presentado dos años antes como el triunfo de la cooperación, de la tecnología y del espíritu europeo a punto estuvo de hacer quebrar la industria aeronáutica.

domingo, 8 de febrero de 2009

"Oyendo llover"

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No dejan de llegarnos este invierno masas polares húmedas y no precisamente calentitas. Según AEMET ha sido el trimestre invernal Noviembre-Diciembre-Enero más frío desde 1956 en la isla de Ibiza.
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En Bilbao no había llovido tanto en ese período trimestral desde 1971. Aquí, en San Sebastián, han caído más de 1.800 milímetros de lluvia en los últimos 365 días. Eso es una capa de agua de casi dos metros de altura. Arriba pongo la gráfica.
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1.800 mm es mucho. La media global de precipitación en los continentes es de aproximadamente 780 mm al año. En España es de unos 680 mm.
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La gráfica de arriba indica la evolución aproximada de la precipitación global media entre 1979 y 2002. Es muy sosa, no se aprecia ninguna tendencia de cambio. Dirán entonces que ahora, cuando llueve, llueve más fuerte. Catastróficamente fuerte. Pero tampoco.
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Abajo pongo el mapa de la tendencia de la contribución en el total anual de la lluvia caída en los días muy húmedos (los "días muy húmedos" comprenden aquellos que entran dentro del 5 % con más lluvia). Viene el mapa en el informe del IPCC 2007. Lo que sale para España es lo contrario de que se dice: los días de lluvia fuerte aportan cada vez menos a los totales anuales, exceptuando Galicia. De todas maneras, dada la variabilidad temporal y espacial, no hay que darle al asunto ni mucha veracidad ni mucha importancia.
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martes, 3 de febrero de 2009

Contradiciendo el Futuro


La verdad es que las predicciones de los modelos para el clima del futuro van en sentido opuesto al duro invierno que padecemos en Europa Occidental este año. Se supone que el aumento del CO2 tiene que calentar más las latitudes altas que las medias o bajas, por lo que deberían disminuir los contrastes térmicos en el Atlántico, causa principal de los vientos del oeste y de las borrascas. En la revista digital RAM se ha publicado ya un artículo divulgativo sobre el fenómeno de la "ciclogénesis explosiva" que afectó entre el viernes y el sábado al sur de Francia y norte de España. Se puede leer aquí: El concepto de ciclogénesis explosiva :: Revista del Aficionado a la Meteorología .
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Una cosa son las borrascas y otra los huracanes, aunque bien es verdad que tampoco es incorrecto decir que una borrasca como la vivida produjo vientos huracanados, si nos referimos a su fuerza, no a su duración ni su génesis. Los huracanes necesitan aguas calientes para desarrollarse, mantenerse y durar. Las borrascas no, y muchas de éstas se forman, incluso de forma explosiva, en latitudes bastante frías. El contraste térmico entre dos masas de aire distintas que se empujan violentamente está en su origen. Teóricamente, si el contraste disminuye por culpa del CO2, la violencia y la frecuencia de las borrascas atlánticas también debería hacerlo.
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Por el contrario, en los huracanes o ciclones tropicales no es el empuje entre masas de aire diferentes lo que está en su origen. En su génesis, uno de los factores más importantes es la temperatura del agua, porque es el proceso de evaporación-condensación lo que les nutre de energía.
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Sin embargo, a pesar del alarmismo del calentamiento global causado por el CO2, no se detecta un aumento en la formación de ciclones tropicales. Una cierta tendencia al aumento en el Atlántico se ha visto compensada en las últimas décadas por una cierta tendencia a la disminución en el Pacífico.
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La gráfica de arriba recoge un índice cada vez más objetivo y más usado para determinar el devenir de la actividad ciclónica tropical a lo largo de los años. Es el
índice ACE (Accumulated cyclone energy) del hemisferio norte y mide la acumulación de energía ciclónica de cada temporada, teniendo en cuenta el número de huracanes, su duración y la fuerza de los vientos que provocan. No es fácil observar tendencia alguna en los últimos 60 años.
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Arrhenius en Domingo

Arrhenius en Domingo
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Hace un siglo, Svante Arrhenius, científico nórdico al que se le ocurrió lo del efecto invernadero del CO2 y el clima, preveía que la quema de combustibles fósiles podía ayudar a prevenir una vuelta rápida a una nueva era glacial e inaugurar una nueva era geológica más caliente, acompañada de un gran auge en el crecimiento de la vegetación.
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“A menudo oímos lamentaciones de que el carbón almacenado en el subsuelo está siendo gastado por esta generación sin pensar en el futuro (...) gracias a la influencia del incremento del CO2 en la atmósfera, podemos esperar gozar de climas más equitables y mejores, especialmente en lo que concierne a las regiones más frías de la Tierra, en una era en la que la tierra traerá mucho más abundantes cosechas que en el presente, para el beneficio de una humanidad que se propaga rápidamente”.
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No se publica en los largos informes del IPCC la estimación de la temperatura de la superficie de la Tierra, no sólo porque es una estimación y los datos no son exactos, sino sobre todo porque las cifras que salen son tan bajas que desdicen la teoría timorata de que un par de grados de calentamiento pondrían en peligro no sólo a la Humanidad sino al Planeta entero.
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En el mes de Enero, a pesar de que el hemisferio sur esté en pleno verano, la temperatura global media estimada para todo el siglo XX en la superficie de los continentes fue de tan solo 2,8ºC.
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Vivimos en el Cuaternario, una era geológica fría que comenzó hace unos dos millones de años. Podíamos estar peor y estar metidos en una glaciación, con mantos de hielo no sólo sobre Groenlandia y la Antártida sino también sobre Canadá, norte de Estados Unidos y Finoescandinavia.
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En estos dos últimos millones de años las glaciaciones han sido la norma, pero no ha habido una glaciación continuada sino muchas, intercaladas por períodos interglaciales, en los cuales el hielo perenne sólo sigue cubriendo Groenlandia y la Antártida. Estos interglaciales, en el último del cual vivimos desde hace unos 11.500 años, el Holoceno, son, dentro del Cuaternario, períodos menos fríos, pero fríos al fin y al cabo. Y más cortos que las glaciaciones.
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Preocupadilllos estaríamos, aunque emocionados, si fuese inminente la caída en la próxima glaciación. Pero nada, seguimos igual, sin mucho frío ni mucho calor, apenas 0,6ºC de subida en 90 años y ahora diez estancados, ni para arriba ni para abajo, aburriéndonos cuando no hay fútbol y teniendo que aguantar persistentemente los sermones ecologistas de la gente de bien, sus principios de precaución y sus leches.